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Название книги: Zona erógena
Автор(ы): Philippe Djian
Жанр: Современная проза
Адрес книги: http://www.6lib.ru/books/Zona-er_gena-150604.html
Título original: Zone Erogene
Traducción de JAVIER GISPERT
He aprendido a vivir, por decirlo así, con la idea de que nunca encontraré la paz ni la felicidad. Pero como sé que existen buenas oportunidades de rozar la una o la otra de vez en cuando, haré todo lo que pueda en las grandes ocasiones.
HUNTER S. THOMPSON
No crearemos nuestra literatura hablando continuamente de literatura, sino escribiendo en orgullosa soledad unos libros que tengan la violencia de un directo a la mandíbula.
ROBERTO ARLT
1
La vi apenas hube abierto la puerta. Estaba estirada de través en mi sillón y, evidentemente, había encontrado mi última botella, pues la sujetaba entre las piernas.
La zarandeé para que abriera al menos un ojo, y no es que yo tuviera ni pizca de ganas de hablar con nadie, pero tenía que aclarar esa historia. Cecilia era la peor de todas, aunque una de las mejores. Poseía el don de atraer montones de rollos y a veces pensaba en ella, cuando no tenía nada mejor que hacer.
– ¡Eh! -le dije-. ¡Eh! ¿Qué diablos ha
Название книги: Zona erógena
Автор(ы): Philippe Djian
Жанр: Современная проза
Адрес книги: http://www.6lib.ru/books/Zona-er_gena-150604.html
Título original: Zone Erogene
Traducción de JAVIER GISPERT
He aprendido a vivir, por decirlo así, con la idea de que nunca encontraré la paz ni la felicidad. Pero como sé que existen buenas oportunidades de rozar la una o la otra de vez en cuando, haré todo lo que pueda en las grandes ocasiones.
HUNTER S. THOMPSON
No crearemos nuestra literatura hablando continuamente de literatura, sino escribiendo en orgullosa soledad unos libros que tengan la violencia de un directo a la mandíbula.
ROBERTO ARLT
1
La vi apenas hube abierto la puerta. Estaba estirada de través en mi sillón y, evidentemente, había encontrado mi última botella, pues la sujetaba entre las piernas.
La zarandeé para que abriera al menos un ojo, y no es que yo tuviera ni pizca de ganas de hablar con nadie, pero tenía que aclarar esa historia. Cecilia era la peor de todas, aunque una de las mejores. Poseía el don de atraer montones de rollos y a veces pensaba en ella, cuando no tenía nada mejor que hacer.
– ¡Eh! -le dije-. ¡Eh! ¿Qué diablos ha
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