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Название книги: Volver A Verte
Автор(ы): Marc Levy
Жанр: Современная проза
Адрес книги: http://www.6lib.ru/books/Volver-A-Verte-197897.html
«La ley de la gravedad no es responsable de que la gente se enamore.»
ALBERT EINSTEIN
PROLOGO
Arthur pagó la cuenta en la recepción del hotel. Aún le quedaba tiempo para darse una vuelta por el barrio. El botones le entregó el ticket de la consigna y él se lo guardó en el bolsillo de la chaqueta. Atravesó el patio y subió por Beaux A118. Los adoquines recién regados con grandes chorros de agua se secaban bajo los primeros rayos de sol. En la calle Bonaparte, los escaparates empezaban a animarse. Arthur vaciló ante la vitrina de una pastelería y prosiguió su camino Un poco más arriba, el campanario blanco de la iglesia Saint-Germain-des-Prés se recortaba contra los colores de la jornada que nacía. Caminó hasta la plaza de Fürstenberg, todavía desierta. Saludó a la joven florista, que acababa de subir la persiana metálica, ataviada con un delantal blanco que le daba el aire encantador de una química en su laboratorio. Los ramos desordenados que a menudo componía con su ayuda adornaban las tres habitaciones d
Название книги: Volver A Verte
Автор(ы): Marc Levy
Жанр: Современная проза
Адрес книги: http://www.6lib.ru/books/Volver-A-Verte-197897.html
«La ley de la gravedad no es responsable de que la gente se enamore.»
ALBERT EINSTEIN
PROLOGO
Arthur pagó la cuenta en la recepción del hotel. Aún le quedaba tiempo para darse una vuelta por el barrio. El botones le entregó el ticket de la consigna y él se lo guardó en el bolsillo de la chaqueta. Atravesó el patio y subió por Beaux A118. Los adoquines recién regados con grandes chorros de agua se secaban bajo los primeros rayos de sol. En la calle Bonaparte, los escaparates empezaban a animarse. Arthur vaciló ante la vitrina de una pastelería y prosiguió su camino Un poco más arriba, el campanario blanco de la iglesia Saint-Germain-des-Prés se recortaba contra los colores de la jornada que nacía. Caminó hasta la plaza de Fürstenberg, todavía desierta. Saludó a la joven florista, que acababa de subir la persiana metálica, ataviada con un delantal blanco que le daba el aire encantador de una química en su laboratorio. Los ramos desordenados que a menudo componía con su ayuda adornaban las tres habitaciones d
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