Londres, Marina y Paco, de Estocolmo.Una vez, hace ya tiempo, en la Feria del Libro, pasaba yo por detrás de las casetas, y se me acercó una pareja jovencísima, de ésas seguramente que sólo tienen el coche en que viven y el amor que les permite vivir. Ella se me acercó, me dio un beso, y «las gracias por mis libros». Si la gloria es una realidad, la mía culminó esa vez, entre pocas. A éstos también los incluyo.Finalmente, Myriam y Rosanna también son parejas, aunque de hermanas. No quiero dejarlas fuera de este manojo de amigos queridos, cada uno de los cuales merecería por sí solo una Ilíada.GONZALO
LAS COSAS, CLARAS
Este relato es completamente inverosímil, lo cual no quiere decir que sea falso. Todos los relatos de este género, sin excepción, son inverosímiles, lo que tampoco les obliga a ser verdaderos. Entre éste y ésos existe, sin embargo, otro género de diferencia: éste confiesa su inverosimilitud y advierte de ella; los otros, no: es la razón por la cual la gente, a fin de cuentas, acabará prefiriéndolos. Allá ella.Otra particularidad de este relato es su especial consistencia: nada acerca de nada escrito probablemente por nadie. Un día me llamó mi amigo Miguel Roig, de Ca
LAS COSAS, CLARAS
Este relato es completamente inverosímil, lo cual no quiere decir que sea falso. Todos los relatos de este género, sin excepción, son inverosímiles, lo que tampoco les obliga a ser verdaderos. Entre éste y ésos existe, sin embargo, otro género de diferencia: éste confiesa su inverosimilitud y advierte de ella; los otros, no: es la razón por la cual la gente, a fin de cuentas, acabará prefiriéndolos. Allá ella.Otra particularidad de este relato es su especial consistencia: nada acerca de nada escrito probablemente por nadie. Un día me llamó mi amigo Miguel Roig, de Ca
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