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Название книги: Los Jardines De Luz
Автор(ы): Amin Maalouf
Жанр: Историческая проза
Адрес книги: http://www.6lib.ru/books/Los-Jardines-De-Luz-158682.html
Título original: Les jardins de lumiére
Traductora: María Concepción García-Lomas
La piedra que desecharon los constructores es ahora la piedra angular.
Salmos
Prólogo
Al contrario que el Nilo, que se puede descender llevado por la corriente o remontar a vela, el Tigris es un río de sentido único. En Mesopotamia, los vientos corren, como las aguas, de la montaña hacia el mar, nunca hacia tierra adentro, hasta tal punto que las barcas, a la ida, deben cargar con asnos y mulas que puedan remolcarlas a la vuelta por los secos caminos, como bamboleantes y azarados cascarones, hasta su lugar de atraque.
En el extremo norte, donde nace, el Tigris indómito corre entre las rocas y sólo algunos barqueros armenios se atreven a navegarlo, con los ojos clavados en las efervescencias de las pérfidas aguas. Extraña arteria en la que los navegantes no se cruzan, no se adelantan, no intercambian saludos ni consignas. De ahí esa impresión embriagadora de navegar solo, sin demonio protector, sin otra escolta
Название книги: Los Jardines De Luz
Автор(ы): Amin Maalouf
Жанр: Историческая проза
Адрес книги: http://www.6lib.ru/books/Los-Jardines-De-Luz-158682.html
Título original: Les jardins de lumiére
Traductora: María Concepción García-Lomas
La piedra que desecharon los constructores es ahora la piedra angular.
Salmos
Prólogo
Al contrario que el Nilo, que se puede descender llevado por la corriente o remontar a vela, el Tigris es un río de sentido único. En Mesopotamia, los vientos corren, como las aguas, de la montaña hacia el mar, nunca hacia tierra adentro, hasta tal punto que las barcas, a la ida, deben cargar con asnos y mulas que puedan remolcarlas a la vuelta por los secos caminos, como bamboleantes y azarados cascarones, hasta su lugar de atraque.
En el extremo norte, donde nace, el Tigris indómito corre entre las rocas y sólo algunos barqueros armenios se atreven a navegarlo, con los ojos clavados en las efervescencias de las pérfidas aguas. Extraña arteria en la que los navegantes no se cruzan, no se adelantan, no intercambian saludos ni consignas. De ahí esa impresión embriagadora de navegar solo, sin demonio protector, sin otra escolta
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