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Название книги: La cabeza de la hidra
Автор(ы): Carlos Fuentes
Жанр: Современная проза
Адрес книги: http://www.6lib.ru/books/La-cabeza-de-la-hidra-199342.html
Une tête coupée en fait renaître
mille Corneille. duna, iv, 2, 45.
PRIMERA PARTE EL HUÉSPED DE SÍ MISMO
1
A las ocho en punto de la mañana, Félix Maldonado llegó al Sanborns de la Avenida Madero. Llevaba años sin poner un pie dentro del famoso Palacio de los Azulejos. Pasó de moda, como todo el viejo centro de la ciudad de México, trazado de mano propia por Hernán Cortés sobre las ruinas de la capital azteca. Félix pensó esto cuando empujó las puertas de madera y cristal de la entrada. Dio media vuelta y salió otra vez a la calle. Se sintió culpable. Iba a llegar tarde a la cita. Tenía fama de ser muy puntual. El funcionario más puntual de toda la burocracia mexicana. Fácil, decían algunos, no hay competencia. Dificilísimo, decía Ruth, la esposa de Félix, lo fácil es dejarse llevar por la corriente en un país gobernado por la ley del menor esfuerzo.
Esa mañana Félix no resistió la tentación de perder un par de minutos. Se detuvo en la acera de enfrente y admiró un buen rato el esplendor d
Название книги: La cabeza de la hidra
Автор(ы): Carlos Fuentes
Жанр: Современная проза
Адрес книги: http://www.6lib.ru/books/La-cabeza-de-la-hidra-199342.html
Une tête coupée en fait renaître
mille Corneille. duna, iv, 2, 45.
PRIMERA PARTE EL HUÉSPED DE SÍ MISMO
1
A las ocho en punto de la mañana, Félix Maldonado llegó al Sanborns de la Avenida Madero. Llevaba años sin poner un pie dentro del famoso Palacio de los Azulejos. Pasó de moda, como todo el viejo centro de la ciudad de México, trazado de mano propia por Hernán Cortés sobre las ruinas de la capital azteca. Félix pensó esto cuando empujó las puertas de madera y cristal de la entrada. Dio media vuelta y salió otra vez a la calle. Se sintió culpable. Iba a llegar tarde a la cita. Tenía fama de ser muy puntual. El funcionario más puntual de toda la burocracia mexicana. Fácil, decían algunos, no hay competencia. Dificilísimo, decía Ruth, la esposa de Félix, lo fácil es dejarse llevar por la corriente en un país gobernado por la ley del menor esfuerzo.
Esa mañana Félix no resistió la tentación de perder un par de minutos. Se detuvo en la acera de enfrente y admiró un buen rato el esplendor d
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