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Название книги: La Biblia De Barro
Автор(ы): Julia Navarro
Жанр: Историческая проза
Адрес книги: http://www.6lib.ru/books/La-Biblia-De-Barro-199269.html
Para Fermín y Alex, siempre,
y para mis amigos, los mejores que se puedan soñar
1
Llovía sobre Roma cuando el taxi se detuvo en la plaza de San Pedro. Eran las diez de la mañana.
El hombre pagó la carrera y sin esperar el cambio, apretando bajo el brazo un periódico, se acercó con paso muy vivo hasta el primer control en el que rutinariamente se comprobaba si los visitantes entraban en la basílica correctamente vestidos. Nada de pantalones cortos, minifaldas, tops o bermudas.
Ya en el interior del templo, el hombre ni siquiera se detuvo ante la Piedad de Miguel Ángel, la única obra de arte que entre las muchas que atesora el Vaticano lograba conmoverle. Dudó unos segundos hasta orientarse y después se dirigió hacia los confesionarios, donde a esa hora sacerdotes de distintos países escuchaban en su lengua materna a fieles llegados de todas partes del mundo.
De pie, apoyado en una columna, aguardó impaciente a que otro hombre acabara su confesión. Cuando le vio levantarse, se dirigió hacia el
Название книги: La Biblia De Barro
Автор(ы): Julia Navarro
Жанр: Историческая проза
Адрес книги: http://www.6lib.ru/books/La-Biblia-De-Barro-199269.html
Para Fermín y Alex, siempre,
y para mis amigos, los mejores que se puedan soñar
1
Llovía sobre Roma cuando el taxi se detuvo en la plaza de San Pedro. Eran las diez de la mañana.
El hombre pagó la carrera y sin esperar el cambio, apretando bajo el brazo un periódico, se acercó con paso muy vivo hasta el primer control en el que rutinariamente se comprobaba si los visitantes entraban en la basílica correctamente vestidos. Nada de pantalones cortos, minifaldas, tops o bermudas.
Ya en el interior del templo, el hombre ni siquiera se detuvo ante la Piedad de Miguel Ángel, la única obra de arte que entre las muchas que atesora el Vaticano lograba conmoverle. Dudó unos segundos hasta orientarse y después se dirigió hacia los confesionarios, donde a esa hora sacerdotes de distintos países escuchaban en su lengua materna a fieles llegados de todas partes del mundo.
De pie, apoyado en una columna, aguardó impaciente a que otro hombre acabara su confesión. Cuando le vio levantarse, se dirigió hacia el
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