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Название книги: El Arpa Y La Sombra
Автор(ы): Alejo Carpentier
Жанр: Классическая проза
Адрес книги: http://www.6lib.ru/books/El-Arpa-Y-La-Sombra-230602.html
PARA LILIA
En el arpa, cuando resuena, hay tres cosas:
el arte, la mano y la cuerda.
En el hombre: el cuerpo, el alma y la sombra.
(la leyenda áurea)
I EL ARPA
¡Loado sea con los címbalos triunfantes! ¡Loado sea con el arpa!…
salmo 150
Atrás quedaron las ochenta y siete lámparas del Altar de la Confesión, cuyas llamas se habían estremecido más de una vez, aquella mañana, entre sus cristalerías puestas a vibrar de concierto con los triunfales acentos del Tedeum cantado por las fornidas voces de la cantoría pontifical; levemente fueron cerradas las monumentales puertas y, en la capilla del Santo Sacramento, que parecía sumida en penumbras crepusculares para quienes salían de las esplendorosas luces de la basílica, la silla gestatoria, pasada de hombros a manos, quedó a tres palmos del suelo. Los flabelli plantaron las astas de sus altos abanicos de plumas en el astillero, y empezó el lento viaje de Su Santidad a través de las innumerables estancias que aún la separaban de sus apartamentos p
Название книги: El Arpa Y La Sombra
Автор(ы): Alejo Carpentier
Жанр: Классическая проза
Адрес книги: http://www.6lib.ru/books/El-Arpa-Y-La-Sombra-230602.html
PARA LILIA
En el arpa, cuando resuena, hay tres cosas:
el arte, la mano y la cuerda.
En el hombre: el cuerpo, el alma y la sombra.
(la leyenda áurea)
I EL ARPA
¡Loado sea con los címbalos triunfantes! ¡Loado sea con el arpa!…
salmo 150
Atrás quedaron las ochenta y siete lámparas del Altar de la Confesión, cuyas llamas se habían estremecido más de una vez, aquella mañana, entre sus cristalerías puestas a vibrar de concierto con los triunfales acentos del Tedeum cantado por las fornidas voces de la cantoría pontifical; levemente fueron cerradas las monumentales puertas y, en la capilla del Santo Sacramento, que parecía sumida en penumbras crepusculares para quienes salían de las esplendorosas luces de la basílica, la silla gestatoria, pasada de hombros a manos, quedó a tres palmos del suelo. Los flabelli plantaron las astas de sus altos abanicos de plumas en el astillero, y empezó el lento viaje de Su Santidad a través de las innumerables estancias que aún la separaban de sus apartamentos p
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