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Название книги: Crónica del rey pasmado
Автор(ы): Gonzalo Ballester
Жанр: Современная проза
Адрес книги: http://www.6lib.ru/books/Cr_nica-del-rey-pasmado-199238.html
A mi colega Jesús Ferrero, fraternalmente.
G. T. B.
CAPÍTULO PRIMERO
1.LA MADRUGADA DE AQUEL domingo, tantos de octubre, fue de milagros, maravillas y sorpresas, si bien hubiera, como siempre, desacuerdo entre testigos y testimonios. Más exacto sería, seguramente, decir que todo el mundo habló de ellos, aunque nadie los viera; pero como la exactitud es imposible, más vale dejar las cosas como las cuentan y contaron: si no fue el socavón de la calle del Pez, que quedó a la vista del mundo durante todo el día, y la gente acudió a verlo y a olerlo como si fuera la abada. El percance, según se relata, fue, por ejemplo, así: una vieja, de madrugada, vio salir una víbora de debajo de una piedra: la víbora echó a correr hacia abajo como pudo haber echado a correr hacia arriba; pero lo que vio el talabartero de la calle de San Roque ya no fue una víbora, sino una culebra de regular tamaño, que también echó a correr, hacia arriba o hacia abajo, la dirección no figura. La beata que salía de
Название книги: Crónica del rey pasmado
Автор(ы): Gonzalo Ballester
Жанр: Современная проза
Адрес книги: http://www.6lib.ru/books/Cr_nica-del-rey-pasmado-199238.html
A mi colega Jesús Ferrero, fraternalmente.
G. T. B.
CAPÍTULO PRIMERO
1.LA MADRUGADA DE AQUEL domingo, tantos de octubre, fue de milagros, maravillas y sorpresas, si bien hubiera, como siempre, desacuerdo entre testigos y testimonios. Más exacto sería, seguramente, decir que todo el mundo habló de ellos, aunque nadie los viera; pero como la exactitud es imposible, más vale dejar las cosas como las cuentan y contaron: si no fue el socavón de la calle del Pez, que quedó a la vista del mundo durante todo el día, y la gente acudió a verlo y a olerlo como si fuera la abada. El percance, según se relata, fue, por ejemplo, así: una vieja, de madrugada, vio salir una víbora de debajo de una piedra: la víbora echó a correr hacia abajo como pudo haber echado a correr hacia arriba; pero lo que vio el talabartero de la calle de San Roque ya no fue una víbora, sino una culebra de regular tamaño, que también echó a correr, hacia arriba o hacia abajo, la dirección no figura. La beata que salía de
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